México es un país lleno
de tradiciones e inmensa cultura por todos sus alrededores. Existe una
idiosincrasia en particular que nos hace únicos y diferentes sobre otros
contextos. Esta serie de características son asociadas en distintos campos de
la vida del mexicano.
El fútbol no es la
excepción. Históricamente se ha demostrado, que es el deporte de mayor
tradición en tierras aztecas. Una cancha, un estadio, cervezas y una porra, son
la mezcla perfecta para vivir en todo su esplendor un partido. El aficionado
apoya con fervor a su equipo, con la esperanza de verlo triunfar y levantar el título
al finalizar la temporada.
Los equipos de fútbol,
simbolizan el sentido de pertenecía del seguidor, ya que representan a su
ciudad o nación, enalteciendo con orgullo el sentirse parte de ellos.
Desgraciadamente la percepción empieza a alterarse, cuando el fervor aumenta y
los resultados devalúan. El fanatismo de un “hincha” puede llegar a alterar su
razonamiento, privando su objetividad.
Muchos jugadores son
vistos como ídolos o seres inalcanzables, gracias al estatus en el que
supuestamente se manejan. Esto crea una omnipotencia sin fundamentos, que lejos
de ayudar, termina por perjudicar a los futbolistas. Los salarios de los
mismos, sobrepasan lo que cualquier profesionista en el mayor de los rangos
pueda percibir, aumentando su poder y admiración.
Los santos, los héroes
de la historia de México, políticos, futbolistas, son el vivo reflejo de la
necesidad de un país por creer en figuras representativas. Es el medio de
escape para crear una esperanza de un mañana mejor. Cualquier hecho
sobresaliente que hagan unos cuantos, es motivo suficiente para alabarlo,
venerarlo y llevarlo a los pinos con el presidente. “En tierra de ciegos, el
tuerto es rey.”
Si Cristiano Ronaldo o
Lionel Messi, fueran mexicanos, su agenda estaría repleta de inauguración de
calles con sus nombres, o estatuas en su honor, por los logros que han
realizado. Pienso que ellos están en otro nivel e inclusive sus seguidores se han acostumbrado a ver sus
hazañas de manera normal.
La paradoja que domina
el fútbol de nuestro país es increíble. Futbolistas sobrevalorados, medios de
comunicación complacientes y aduladores e intereses económicos por encima de
los deportivos. La conjugación de todo engaña al aficionado.
“El pan y circo” es un
estigma que ciega a nuestra cultura, yo amo el fútbol, pero esto no me ha
limitado para razonar el trasfondo que existe dentro de él. Desarrollar una
visión amplia es la cura más grande para el fanatismo y devoto de unos cuantos
mortales.
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